De la prehistoria a la génesis del Museo
La génesis del Museo del Ferrocarril de Cataluña se remonta a
1972. Parte de una iniciativa de la Asociación de Amigos del
Ferrocarril de Barcelona, a raíz de la celebración del XIX
Congreso de Modelistas Europeos del Ferrocarril (MOROP) por esta
razón se decidió reunir en Vilanova una amplia exposición de
locomotoras de vapor.
El motivo de elegir la capital de Garraf fue la existencia de un
antiguo depósito de locomotoras que había dejado de funcionar en
1967 y que permitía disponer de un puente giratorio, depósitos
de agua y una rotonda para guardar las máquinas. Las
Instalaciones vilanovinas tuvieron gran actividad desde finales
del siglo XIX hasta mitad del XXI, siendo un hecho el que
atrajeron a empleados ferroviarios de todo el estado a esta
ciudad, que llegó a tener empleados a más de 900 profesionales.
Sin duda el ferrocarril marcó la historia contemporánea de la
población.
Una vez aprobada la iniciativa de hacer una exposición en las
vías del complejo ferroviario de Vilanova, Renfe trasladó
vehículos de diferentes lugares de la península para su
exhibición en la ciudad. Finalizado el Congreso Internacional la
mayoría de este material quedaría estacionado, siendo el embrión
del futuro museo que aún tardaría en materializarse.
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El Museo abrió sus puertas el 3 de agosto de 1990 por voluntad del Ayuntamiento y de Renfe, pero sin un plan de intervención global, ni una organización, ni un fondo que convirtiese el viejo depósito y el edificio de servicios en un Museo de verdad. El factor clave que hizo posible su evolución y desarrollo en los primeros años fue la pasión, la tenacidad, la generosidad y el empuje de diferentes personas y expertos del mundo ferroviario. A partir de 1993, cuando Renfe pasa la gestión a la fundación cultural especializada en el ferrocarril, se empezó a profesionalizar su funcionamiento.
Renfe en 1993 le encarga la gestión a la Fundación de los Ferrocarriles Españoles. Fue a partir de ese año cuando se formalizó la existencia del Museo como tal, asignando unos primeros recursos económicos y humanos, fijando horario de apertura al público, precios, un protocolo de funcionamiento, un primer inventario y la creación del audiovisual "Sube al tren de la historia" que consiguió el premio internacional Laus a la excelencia en la comunicación audiovisual.
Del 150 aniversario a 2008
En 1998 se celebra el 150 aniversario de la primera línea
Barcelona-Mataró y la Fundación se plantea la conmemoración como
la oportunidad para dar también un impulso al Museo. A partir
del año siguiente se establece un nuevo programa de exposiciones
y de actividades para diferentes públicos, en especial por el
escolar. Es también cuando la Gran Nave, construida en los
orígenes del ferrocarril de Vilanova (1881), se incorpora
definitivamente al Museo. En 1999 se inscribe en el Registro de
Museos de la Generalitat de Cataluña con el número 114.
En los diez años siguientes se realiza una labor sostenida de
consolidación del equipamiento como un espacio dinámico al
servicio de la sociedad y de establecimiento de vínculos
externos, así como de preservación y documentación patrimonial y
de rehabilitación arquitectónica. Se crearon diferentes ámbitos
en el edificio del economato, como fue la biblioteca-hemeroteca,
el archivo y la reserva.
Fue en este periodo cuando se rehabilitaron y recuperaron dos
edificaciones históricas: la antigua nave del taller de
suministros, como Espacio Siglo XXI (2000), y uno de los
depósitos de agua, como Espacio Gumà (2006). De igual manera se
incrementaría la infraestructura con tres nuevas vías para poder
crecer e incrementar el número de vehículos preservados. Se
incorporaron dieciséis vehículos a la colección inicial, entre
otros elementos patrimoniales; se construirían o adaptarían diez
pasarelas para la visita al material; se instaló el Parque de la
Vall de Núria en el exterior, obsequio de FGC en el 75
aniversario del Cremallera; y se transportó el gran mural del
escultor Josep Maria Subirachs creado para la estación de Sants.
En cuanto a restauraciones hubo más de 25 intervenciones en
material histórico rodante hasta 2008.
A pesar de las actuaciones realizadas en este periodo en
diferentes ámbitos (educativo, comunicación, conservación,
documentación...) continuaban pendientes las inversiones
esenciales para convertir las instalaciones del antiguo depósito
en un verdadero museo accesible y moderno.
La energía de la colaboración
Tras estos años de progreso, es durante la crisis económica
cuando se produce el punto de inflexión. La decisiva cooperación
en el proyecto de una serie personas y de las instituciones que
representaban, hicieron posible encauzar el futuro Museo. En el
siguiente enlace se pueden consultar las organizaciones que
colaboran en hacer possible el sueño de impulsar un museu del
ferrocarril del siglo XXI.
En el 2007 el director del Sistema Territorial del mNACTEC,
Eusebi Casanelles, concedió una subvención de la Generalitat de
30.000€ para la elaboración de un anteproyecto integral. La
colaboración del área de patrimonio del ADIF, como titular de
las instituciones, permitió hacer un Master Plan para convertir
el histórico complejo ferroviario en un verdadero Museo. El
arquitecto José Ramón Pastor, responsable de la rehabilitación
de la Estación de Francia, fue el que, por parte de Adif,
dirigió todos los proyectos y obras de los años siguientes que
ejecutó el arquitecto, Jordi Roig.
En el mismo periodo, el diputado vilanovino en el Congreso de los
Diputados, Carles Campuzano, tras una visita al Museo en la que
detecta la potencialidad de este activo del territorio, presenta
una enmienda a los Presupuestos Generales del Estado de la que
derivaría una aportación de 450.000 € en el 2009 y de la misma
cantidad en 2010. Los 900.000 € permitieron hacer
rehabilitaciones de urgencia en dos de las edificaciones más
emblemáticas y deterioradas: la Nave del Puente-Grúa y la
Rotonda, a la vez que la realización de dos proyectos ejecutivos
para poder continuar en el futuro las intervenciones.
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En los años siguientes se ejecutaron las obras del Ministerio de Fomento, manteniendo el Museo abierto. El resultado fue un crecimiento constante de visitantes, más destacable a partir del 2013, a pesar del complejo contexto económico y la disminución general de públicos de la mayoría de museos.
En el clima de cooperación establecido a finales del primer decenio del siglo XXI, el mismo año 2013 se firmó un Convenio entre la Fundación y el Ayuntamiento para la utilización compartida de la Nave Puente-Grúa hasta el 2019. Un acuerdo innovador y pionero en los museos del país que supuso una destacable inversión municipal en la Nave más antigua y singular del Museo y la oportunidad de poder ser utilizada abriéndola a la ciudad.
Dos hitos acabaron de impulsar la vocación educadora del Museo. Por un lado, el inicio del Máster en Sistemas Ferroviarios y de Tracción Eléctrica del Campus de la Universidad Politécnica de Cataluña en Vilanova y la Geltrú, posible por la estrecha cooperación de la UPC con la Fundación y con el Museo, un posgrado que supuso un paso decisivo para la capitalidad educativa del ferrocarril en Cataluña. De hecho, tres años después también en Vilanova empezaría a impartirse por primera vez en España un grado medio de formación profesional dual en mantenimiento de vehículos ferroviarios. Con estos estudios la capital del Garraf se sitúa como primer centro de formación de profesionales del sector ferroviario en Cataluña. La tarea educativa del Museo con el apoyo del Instituto Municipal de Educación de Barcelona y el de Vilanova o con el Centro de Recursos Pedagógicos del Garraf ha contribuido decisivamente al conocimiento del sistema ferroviario.
Será también en este periodo cuando se consolida la creación del colectivo de voluntarios del Museo, una propuesta que llevaba años gestándose. Un pequeño grupo de jubilados ferroviarios comenzaron en 2006 a colaborar en tareas de restauración. La paulatina incorporación de personas (no siempre vinculadas originalmente en el mundo de los trenes) para actividades de documentación, difusión o de atención a los visitantes, desembocaría en la constitución en 2009 de la Asociación de Socios y Colaboradores del Museo (SiC). Una de sus principales hitos fue la recuperación y rehabilitación del valioso coche americano Harlan, una restauración compleja que supuso una inversión de ocho años de trabajos. Este vehículo pudo incorporarse a la colección expositiva como una de sus principales joyas. Fueron merecedores del Premio Bonaplata 2015, distinción que cada año otorga la Associació del Museu de la Ciència i de la Tècnica y de Arqueologia industrial de Catalunya, en la categoría de entidad colaboradora, como reconocimiento a su labor en la puesta en valor del patrimonio industrial, técnico y científico.